Otra mujer by Barbara Dunlop

Otra mujer by Barbara Dunlop

autor:Barbara Dunlop
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
publicado: 2016-03-14T00:00:00+00:00


Capítulo 7

Tres noches después, Melina se despertó al oír un relincho frenético de Gustalf. Sus pies tocaron el suelo antes de que el cerebro comenzase a funcionarle, y al aire helado de la cabaña atravesó la camiseta y los calzoncillos largos con los que dormía.

Salió a toda prisa de la habitación y a punto estuvo de tropezarse con Logan en las escaleras. Tuvo que frenar apoyándose en su pecho.

—¿Qué ocurre? —preguntó él, poniéndose los pantalones.

—No lo sé —contestó, y echó a correr escaleras abajo. Él la siguió.

La luz de la luna en cuarto creciente iluminaba la nieve recién caída, lo que prestaba un reflejo plateado a la planta baja. Melina metió los pies descalzos en las botas de nieve, se colocó el primer abrigo que encontró en la percha y de un cajón sacó la llave del armario de las armas.

—Hay algo ahí fuera.

—¿El qué? —preguntó él, calzándose, y al ver lo que hacía ella, alcanzó su pistola de la estantería que había sobre la puerta.

Melina abrió la cerradura del armario y sacó una pesada escopeta. Odiaba las armas y le ponía enferma pensar que podía tener que llegar a disparar a algún animal.

Pero también era realista, y si quería vivir sola en un rancho de doscientos acres en el Yukon, al menos tenía que ser capaz de asustar a los osos.

Metió cuatro gruesos cartuchos en la recámara.

—Seguramente lobos. Los coyotes no suelen acercarse a los caballos.

Su voz sonaba serena, pero sentía la sangre palpitándole en los oídos. ¿Dónde estaba Shadow? ¿Por qué no había ladrado?

Abrió la puerta y salió sin hacer ruido. Logan avanzó prácticamente pegado a su espalda, lo cual era un consuelo.

Dos semanas, se recordó. Dos semanas y se marcharía.

—No vamos a matar a ninguno —le advirtió en un susurro—. Shadow debe estar por aquí. Solo los vamos a asustar.

—Bien.

Se separaron un par de metros para avanzar en silencio y en la oscuridad hacia los establos. Todos los caballos estaban asustados, pateando el suelo con sus cascos, piafando y revolviéndose. El aire estaba cargado de cristales de hielo que iluminaban la luna, transformándolo en polvo de hadas.

El granero era una sombra negra entre tinieblas grisáceas que Melina escrutó con atención en busca del brillo de unos ojos o alguna silueta, intentando concentrarse en lo que pudiera oírse más allá del ruido de los caballos y en el olor rancio de los lobos.

Miró desesperada a su alrededor en busca de Shadow, angustiada por su silencio. Logan se acercó a ella cuando llegaron a la valla.

Una de las yeguas preñadas retrocedió con un agudo relincho y los ojos desmesuradamente abiertos. Una décima de segundo, y Melina echó a correr hacia ella, mirando hacia ambos lados, intentando descubrir a los lobos. Tenían que estar muy cerca para que la yegua reaccionase con tanta violencia.

Como en cámara lenta, el casco de la yegua pisó una placa de hielo, su cuerpo hizo un extraño escorzo y cayó sobre la nieve con un golpe tan fuerte que hizo temblar la tierra,

—¡No!

Le lanzó a Logan la escopeta, confiando instintivamente en que él la recogería para cubrirle las espaldas.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.